Un periodista en el Concilio


2 de diciembre de 1962


LA SALUD ESTA VOLVIENDO

La noticia de esta mañana de domingo ha sido la aparición del Papa en la ventana de su cuarto. Había esta mañana un aire de fiesta preocupada en la plaza de San Pedro. De fiesta porque habían acudido más romanos y peregrinos que nunca, y porque hacía sol. Y preocupada porque en todos quedaba el interrogante de qué habría detrás de las buenas noticias que se nos daban.

Pero todos hemos vuelto a casa más felices. La voz del Papa ha sido buena, sus palabras, consoladoras, "La salud, que por un momento pareció querer irse, está a punto de volver; más aún: está volviendo ya." Ha habido una especie de universal respiro al ver que el Papa no había perdido su optimismo y que todo seguía bien gracias al cielo. De vuelta a nuestras casas, parecía que el sol fuera mejor.


EL DEDO EN LA LLAGA

Se comentará este artículo. "L'Italia", el periódico publicado a la sombra de la curia de Milán, recoge hoy la carta que todos los domingos envía para sus diocesanos el cardenal Montini. En las de domingos anteriores, el cardenal ha venido comentando para sus diocesanos la marcha del Concilio en el tono sencillo con que les hablaría en su sermón en la catedral.

Pero la de hoy es distinta. Hay cosas muy importantes en ella. El cardenal comenta cómo a algunos les ha escandalizado un poco el que en el Concilio se discuta, haya diversidad de opiniones y que, como consecuencia, al prolongarse los diálogos, se haya ido despacio y no se haya llegado a conclusiones concretas. Pensar esto es no darse cuenta de que esta primera etapa ha vivido bajo el signo de la libertad, libertad primero en las proposiciones de los Padres a las comisiones preparatorias, libertad de discusión dentro de la propia Aula Conciliar.

La línea del artículo se mantiene en esta válida franqueza. Pero hay dos párrafos especialmente llamativos. El primero es cuando el cardenal da su opinión sobre los volúmenes de esquemas:

Material inmenso, óptimo- dice- pero heterogéneo y desigual, que hubiera exigido una reducción y una valiente organización, si hubiera habido una autoridad -no sólo extrínseca y disciplinar- que hubiera dominado la preparación lógica y orgánica de tan magníficos volúmenes, y si una idea central, arquitectónica, hubiera polarizado y finalizado este ingente trabajo. En obsequio al criterio de libertad y espontaneidad del que ha nacido este Concilio, ha faltado el punto focal de su programa, punto que, por fortuna, ha tenido solemnes y sabios apuntes en las palabras del Santo Padre en estos años precedentes al Concilio, y especialmente en los dos discursos del once de septiembre y del once de octubre.

Hay que reconocer que el párrafo tiene su miga y demuestra un serio coraje en quien lo ha escrito. El cardenal Montini viene a recoger aquí lo que en estos días es voz pública en Roma: ha faltado en la preparación conciliar algo que organizase la tarea de las comisiones, que han trabajado cada una con su espíritu, sin un claro "punto focal" que polarizase todo el esfuerzo. La Comisión Central parece haber sido más bien algo de trámite, y el Papa ha preferido dejar trabajar libres a las comisiones. Esto ha dado una gran libertad de estudio, pero ha producido repeticiones de esquemas, diversas direcciones en su preparación, construído cada esquema con un espíritu bien diverso de sus hermanos gemelos.

Y no tiene menos interés la alusión a los dos discursos de Juan XXIII como "punto focal" del Concilio. Cada día que pasa crece la sensación de la trascendencia de aquellos discursos, que muchos creyeron palabras al viento. Cada día se ve más claro que aquellas cuatro palabras: moderno, pastoral, misericordioso y ecuménico, se van a convertir en el "leitmotiv" del Vaticano Il.

Pero quizá sea aún más notable otro párrafo del cardenal Montini. Se pregunta: ¿Pero en su segunda sesión el Concilio marchará a este lento ritmo? Y responde netamente: no. "Se puede decir que esta primera sesión del Concilio ha servido de experimento inicial. La segunda procederá mucho más expeditamente porque se habla ya de concentrar la materia en esquemas más breves, de presentar al Concilio solo aquellos que puedan tener interés general y estar apoyados por necesidades actuales y pastorales; y dejar, en cambio, para los trabajos postconciliares, a la reforma del Código de Derecho Canónico especialmente, toda la parte dispositiva práctica."

¿Qué valor tienen todas estas "profecías"? No es necesario recordar que el cardenal Montini es miembro del Secretariado de Asuntos Extraordinarios, Secretariado que ha tenido estos días repetidas sesiones especiales. Los ambientes periodísticos han visto esto como un anuncio de medidas que están a punto de venir ¿Recogería todo esto el cardenal Montini de simples habladurías o de opiniones personales? ¿No será más bien un globo sonda?

Y la cosa tiene tanto mayor interés cuanto que el cardenal Montini ha estado hasta el momento casi completamente silencioso. En un silencio muchas veces más significativo que muchas opiniones. ¿Cómo no advertir, por ejemplo, que cuando casi todos los italianos defendieron acérrimamente el esquema sobre las fuentes de la Revelación se abstuvieron de intervenir precisamente los cardenales Lercaro, Urbani y Montini? Me imagino que este artículo de hoy dará que hablar.

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