Un periodista en el Concilio


1 de diciembre de 1962


LA IGLESIA SE DEFINE

Y henos aquí, llegados al esquema que muchos ven como centro del Concilio. En él la Iglesia trata de decir qué piensa de sí misma, qué quiere ser, a dónde va, qué piensa y espera de sus hijos.

Un esquema tanto más importante cuanto que en él se empalma con el Vaticano I, que comenzó a estudiar estas cuestiones y no llegó a plantear más que el primero de sus capítulos: el del Romano Pontífice. Es necesario seguir. De otro modo, quienes vean nuestra fe desde fuera podrían creer que vivimos una especie de papolatría, que confundimos catolicismo con centralismo, que dibujamos una Iglesia en la que la cabeza devora sus propios miembros. ¡Cuántas veces hemos oído estas acusaciones desde el campo protestante! ¡Y cuántas hemos tenido que reconocer en ellas unos pequeños, lejanos vislumbres de verdad, creados no por el profundo pensamiento de la Iglesia, sino por una serie de circunstancias históricas que han subrayado más unas zonas que otras! El Concilio Vaticano I nació en un momento en que el mundo moderno había nacido de uñas contra la Iglesia, en un siglo en que el galicanismo confundía la justa libertad de los obispos con un separatismo nacionalista. Era lógico que se cuidase de aclarar ante todo el nervio unificador de la Iglesia, que se apuntalase la cabeza atacada social, política y religiosamente. La interrupción del Concilio por el hundimiento de los Estados Pontificios hizo lo demás. ¿Pero cómo negar que este estudio inacabado ha dado la impresión a nuestro siglo de un centralismo curialista que convertía muchas veces a los obispos y a las conferencias episcopales en una especie de menores, de monaguillos, de meros ejecutores?

Hoy los tiempos parecen más maduros. Cuando alguien pide que se subraye el poder de los obispos no trata de implantar un ridículo y caduco separatismo, sino todo lo contrario: de subrayar la catolicidad, la colegialidad del Episcopado. El teólogo sabe que el Primado de Pedro no anulaba la importancia del Colegio Apostólico. Y sabe también que el Colegio Apostólico no desmembraba el poder de Pedro, sino que las dos nociones, "colegialidad" y "primado", se sostenían y completaban mutuamente.

Y la otra cara importante del problema: los seglares. El mundo moderno ha ido descubriendo una Iglesia menos exclusivamente clerical, ha ido devolviendo su puesto al "Pueblo de Dios". Y el teólogo sabe que el que los seglares ocupen su puesto no es quitar el suyo a la jerarquía, y que subrayar el puesto de la jerarquía no puede ser convertir a los seglares en una especie de cristianos de segunda clase.

El esquema que se va a estudiar es por todo ello vital, raíz de casi todos los otros temas que el Concilio ha de plantearse. Basta un leve repaso a la problemática de sus once capítulos:

1) La Iglesia de Cristo es a la vez humana y divina, a la vez Cuerpo Místico de Cristo y sociedad humana, jurídicamente organizada y constituída. ¿Cómo han de combinarse estos aspectos? ¿Hasta dónde la Iglesia es una estructura con límites definidos, hasta dónde es un misterio vivo?

2) ¿En qué sentido es necesario pertenecer a la Iglesia para salvarse? ¿Cómo pueden salvarse los que no tienen fe, o los que, creyendo en Cristo, están fuera de la lglesia católica romana? ¿En qué sentido pertenecen a la Iglesia los bautizados no católicos?

3) ¿Cuál es el lugar del sacerdocio y del Episcopado en el orden sacramental de la Iglesia? ¿El Episcopado es un orden distinto del sacerdocio o simplemente el último grado y complemento del orden sacerdotal? ¿Qué lugar en la Iglesia confiere el orden a los sacerdotes?

4) Lugar de los obispos en la Iglesia en lo jurisdiccional. ¿Cuáles son los límites de su oficio y dignidad? ¿Cuáles son, en lo jurídico, sus relaciones con el Primado? ¿Son simples delegados del Pontífice o tienen un poder que les llega directamente de Cristo a través de los apóstoles? ¿Cuál es el puesto del Colegio Episcopal en la Iglesia?

5) Los religiosos en la Iglesia. ¿Cuál es la importancia de los "estados de perfección", cuál su posición en la Iglesia, cuáles sus relaciones con el Papa y los obispos?

6) El puesto de los seglares. ¿Cómo ha de entenderse el "sacerdocio" de los seglares, cuáles son sus derechos y cuáles sus deberes en la Iglesia? ¿Cuál es su tarea en la vida salvadora de la Iglesia? ¿Cómo debe entenderse su misión de "consagrar el mundo? ¿Cuáles son sus obligaciones en los terrenos humanos y políticos? ¿Son simples delegados de la jerarquía o les corresponden de suyo sus tareas como miembros vivos de la Iglesia?

7) Extensión y límites del magisterio de la Iglesia. El magisterio del Papa en sus encíclicas, en sus discursos. El magisterio de los obispos reunidos en Concilio; dispersos, pero unánimes en el mundo; y en sus diócesis particulares, ¿Hasta dónde son obli- gatorias y magisteriales sus decisiones ¿Las intervenciones de las Congregaciones Romanas son manifestaciones del magisterio ordinario del Romano Pontífice?

8) La autoridad y la obediencia en la Iglesia. ¿Cuál es el origen y la naturaleza de esta autoridad? ¿Cómo ha de combinarse la obediencia con la libertad? ¿Cuáles son las relaciones entre superiores y súbditos? ¿Cuáles los limites de la libre crítica? ¿Hasta dónde se extiende en la Iglesia la opinión pública?

9) De las relaciones entre la Iglesia y los Estados. De la potestad de la Iglesia y de sus límites en los asuntos civiles. De los deberes religiosos del poder civil. De la sana autonomía del Estado. Del laicismo.

10) De la Iglesia como sociedad dinámica. ¿Hasta dónde le es esencial el espíritu misionero? ¿Cuál ha de ser su esfuerzo para llevar la fe hasta los países que no la poseen? ¿Cuáles han de ser sus contactos con otras religiones? ¿Qué hay que pensar de la tolerancia religiosa de otras religiones en los países de mayoría católica?

11) Del ecumenismo. ¿Cuál debe ser la postura de la Iglesia católica hacia protestantes y ortodoxos y hacia el Consejo Mundial de las Iglesias? ¿Pueden los católicos tomar parte en las funciones litúrgicas protestantes y ortodoxas cuando se encuentran en países donde no hay Iglesias católicas? ¿En qué puntos pueden colaborar católicos y separados?

De la simple lectura de estos puntos se deduce ya la trascendencia del esquema. Y, con ellos a la vista se explica que haya desaparecido como por encanto el cansancio conciliar. En las jornadas pasadas todos habíamos comenzado a preparar las maletas, dando, por supuesto, que esta sesión ya no daría más de sí. Pero hoy, de pronto, todos hemos despertado. Con la sesión de hoy el Concilio ha vuelto a alcanzar el ritmo de las grandes jornadas.


DE NUEVO, DOS TENDENCIAS

A estas alturas no es para nadie un secreto que dentro del Concilio hay dos tendencias fundamentales, no tendencias contradictorias, sino complementarias, pero dos tendencias al cabo. Hoy han vuelto a dibujarse con toda nitidez. Sin el nervio y tensión de aquel ya famoso 14 de noviembre, pero con una no menor firmeza,

La sesión comenzó con una bonita noticia: la de que el Papa está mejor y que mañana a mediodía podrá salir ya a la ventana de su cuarto a rezar el acostumbrado "Angelus" dominical con los fieles, reunidos en la plaza. Al acabar de leer monseñor Felici este comunicado, un gran aplauso estalló en la Sala, un aplauso caliente, que parecía inacabable. "Fue uno de los momentos más hermosos del Concilio-, me decía este mediodía un obispo. ¿Qué sentiría el Papa, que sin duda lo vio desde su caurto, este ferviente y espontáneo cariño?

Luego se inició la sesión propiamente tal. El cardenal Ottaviani, como presidente de la Comisión Teológica, presentó el esquema "con vigor y buen humor", como escribe el comentarista de "La Croix". Señaló cómo el esquema había sido preparado cuidadosamente por la Comisión Preparatoria, diligentemente estudiado por la Central, revisado por la Comisión de Enmiendas y por el Soberano Pontífice. Digan lo que digan algunas críticas pronunciadas "ante praevisa merita", el esquema está preparado en un sentido pastoral y bíblico, y en un lenguaje no escolástico, de modo que pueda ser entendido por todos.

Comenzó en seguida el debate. Abrió el fuego -como siempre- el cardenal Lienart, obispo de Lille. El esquema no le gustaba. Cree que se debe insistir sobre todo en el aspecto místico de la Iglesia. Hay que cuidar, por tanto, que las fórmulas demasiado intelectuales no evacuen el misterio. Lamenta que el esquema señale una ecuación demasiado estricta entre Iglesia Romana y Cuerpo Místico de Cristo. En conclusión: conviene que el esquema sea reelaborado desde una perspectiva menos jurídica y más mística.

El cardenal Ruffini, de Palermo, hablaba a continuación, Aún sintiéndose de acuerdo en el espíritu del esquema, preparado con un gran cuidado, cree que debería poseer un plan más lógico y mejor organizado. Insistió especialmente sobre el concepto de unidad y unicidad de la Iglesia fundada sobre Pedro.

El cardenal de Sevilla lamentaba que el esquema no tratase más a fondo del sacerdocio, del que habla un poco como de paso, siendo como es uno de los elementos esenciales de las estructuras de la Iglesia. Y nota que el esquema no plantea el interesante problema del diaconado.

El cardenal Koenig, de Viena, señalaba algunos puntos en los que el esquema -demasiado largo, por otra parte- flojeaba. Así, en las relaciones de la Iglesia y el Estado. No es conveniente hablar sólo de los derechos de la Iglesia; es necesario exponer también sus deberes, su misión en bien de la Humanidad entera. Un segundo punto importante es el de la libertad de conciencia, que debe aclararse más de lo que está en el esquema, defendiéndola. Y un tercer aspecto: el esquema habla de la necesidad de pertenecer a la Iglesia para la salvación individual, pero no hay que olvidarse de la salvación colectiva de la Humanidad y, como consecuencia, de la necesidad de la Iglesia para el mundo.

El cardenal Alfrink, de Utrecht, venía a recoger algo que ya es preocupación común: la necesidad de un órgano que coordine el trabajo de las comisiones, para evitar inútiles repeticiones de temas. Sobre este esquema insiste especialmente sobre la Iglesia como Cuerpo Místico. Se maravilla de que el esquema hable sobre todo de los obispos residenciales, siendo cierto, como es, que al menos un tercio de los Padres Conciliares son obispos titulares, de los que el esquema apenas se acuerda. El ataque mayor al esquema lo hace el cardenal Alfrink señalando que el lema de la colegialidad de los obispos está visto en él de una manera demasiado negativa. Apunta también que el esquema habla demasiado de los derechos de la Iglesia, y el mundo no espera que la Iglesia salga ahora hablando de sus derechos; espera, en cambio, qué es lo que el Concilio va a decir sobre la libertad de conciencia. Como conclusión, el cardenal holandés señala que el esquema debe ser reelaborado por una comisión mixta, como en el caso del de la Revelación.

El norteamericano cardenal Ritter también encuentra mucho que corregir en el esquema. Tres cosas principalmente: a), la santidad de la Iglesla y sus aspectos espirituales están poco desarrollados; b), la guarda del depósito de la fe se considera como si sólo correspondiese al magisterio eclesiástico, cuando esta guarda es obra y tarea de toda la Iglesia; c), a propósito de las relaciones entre la Iglesia y el Estado es necesario proclamar abiertamente la libertad de conclencia.

Una de las intervenciones más comentadas fue la del obispo de Brujas, monseñor De Smedt, que señala en el esquema tres defectos: a), el "triunfalismo". Es decir: un modo de hablar de la Iglesia demasiado optimista, rodeándola de elogios y de incienso, con un lenguaje bien distinto del humilde y sencillo que usa el Evangelio; b), el "clericalismo". En el esquema se recarga sobre todo la mano en el estudio de los poderes de la Jerarquía, hasta el punto de casi considerar a los fieles como una especie de cristianos de segunda clase; c), y el "juridicismo". "El esquerna -según monseñor De Smedt- huele mucho más a leyes que a vida, más al Código de Derecho Canónico que al Evangelio."

Importante también la intervención de monseñor Elchinger, obispo coadjutor de Strasburgo, que veía el esquema poco pastoral, poco adaptado a lo que el mundo de hoy espera y necesita. Antes se consideraba a la Iglesia, ante todo, como una institución; hoy se la siente primordialinente como una comunión. Ayer se veía al Papa, hoy se ve a los obispos unidos al Papa.

Antes se miraba a los obispos sueltos, independientes; hoy se les ve como conjunto, colegialmente. Antes la teoría afirmaba el valor de la Jerarquía, ahora está descubriendo al pueblo de Dios. Ayer se hacía resaltar sobre todo lo que separaba, hoy se subraya lo que une. Antes se consideraba sólo la vida interna de la Iglesia, hoy se la ve vuelta hacia el mundo.

Todos estos aspectos nuevos -proseguía monseñor Elchinger- no deben hacer olvidar las antiguas verdades. Es a su luz como se deben estudiar las respuestas a las nuevas necesidades. Hecho así, la Iglesia será verdaderamente fermento de la masa, sal de la tierra, luz del mundo, como Cristo espera de todos los cristianos.

Más favorables al esquema se mostraban el polaco monseñor Bernacki, que creía que aún se debía acentuar más claramente la posición del Papa en la Iglesia, dedicando un capítulo del esquema exclusivamente a esto, y monseñor Marcel Lefebvre, que defendía la conveniencia de que los esquemas estuvieran redactados en un lenguaje más bien jurídico y escolástico para exponer con mayor claridad la verdad, y proponían, para que al mismo tiempo les fieles pudieran entender su sentido, que al estudio científico de cada problema se añadiera una segunda parte de tipo pastoral, exhortativa y en el lenguaje de todos.

Igualmente a favor del esquema se pronunciaba el obispo de Segni, monseñor Carli, Según él, no debía verse todo el Concilio desde el único ángulo del ecumenismo. La regla de nuestros trabajos -decía- debe ser la afirmación de la doctrina, sin temor a decir lo que tengamos que decir. Parece que, según algunos, no se deben tocar los temas de la Tradicíón ni de la Virgen para no herir a los protestantes; no se debe insistir sobre el Primado para no molestar a los ortodoxos; no conviene hablar del ateísmo para no hacer política; tampoco del orden moral para no poner en contra nuestra al hombre moderno, etc., etc.

De este rápido desfile de opiniones puede deducirse ya el diseño de las dos tendencias conciliares, muy parecidas a las que ya conocimos durante el esquema de la Revelación: Unos Padres prefieren que se señalen los aspectos jurídicos de la Iglesia, otros, sus aspectos vitales y místicos. Unos acentúan más la unidad, el puesto del Papado en la Iglesia; otros, sin negar ni infravalorar unidad ni Papado, prefieren que se acentúen los aspectos colegiales de la Iglesia: el valor de las conferencias episcopales especialmente. Unos Padres acentúan más Ia posición de la Jerarquía, los datos de obediencia y vinculación a los obispos; otros prefieren que se destaque la dignidad de los seglares, su puesto en la tarea de la Iglesia.

Como puede percibirse, ninguna de las dos tendencias excluye el pensamiento de la otra, ambas aceptan lo que los contrarios dicen; simplemente se trata de acentuar o valorar más unos u otros datos.

A la hora de una votación, ¿qué tendencia conseguiría la mayoría? Todo parece anunciar que el resultado sería muy parecido al registrado en la votación sobre el otro esquema teológico. Pero no es verosímil que se tengan votaciones sobre este problema. Lo más probable es que en los próximos días se registre una larga serie de intervenciones de ambas tendencias y, que en el intermedio entre las dos sesiones la comisión conciliar elabore de nuevo este esquema, de modo que las dos tendencias se complementen y se aclaren mutuamente.


VOTACION SOBRE LA UNIDAD

Como se esperaba, hoy ha habido una votación de conjunto sobre el esquema de la unidad. A la Asamblea se le propuso una moción en la que se aprobaba el espíritu del esquema, especialmente por lo que significaba de acto de amor hacia los ortodoxos, pero se pedía que el esquema fuese reelaborado en uno solo con los otros dos que trataban sobre el mismo tema de la unidad. Como era lógico, esta moción consiguió casi la unanimidad: 2.068 votos sobre un total de 2.112.

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