Un periodista en el Concilio


14 de noviembre de 1962


UNA JORNADA MEMORABLE

Catorce de noviembre de 1962. Habrá que aprenderse esta fecha, porque hará época en la historia de la Iglesia contemporánea.

Es de noche cuando me siento a escribir y aún no acabo de entender lo que ha sucedido. Quizá tardemos mucho tiempo en comprenderlo del todo. No quiero, por eso, opinar. Si los periodistas somos historiadores, hagamos hoy historia.

A la entrada de la sesión había hoy un nerviosismo especial, nerviosismo que creció al leerse la lista de los que deseaban intervenir. Nada menos que los siguientes: los cardenales Lienart, Frings, Siri, Rufini, Quiroga, Alfrink, Léger, Koenig, Suenens, Ritter y Bea; el patriarca Máximos IV y los arzobispos Manek, de Indonesia, y Morcillo, de Zaragoza. Iban a entrar en juego los que en Roma se llaman ya "los gruesos calibres".

El estudio del nuevo esquema comenzó, como es de rigor, por la presentación del trabajo, hecho por el presidente de la Comisión Preparatoria: el cardenal Ottaviani.

Y hubo en esta presentación algo ya extraño: fue defensiva. El cardenal no expuso lo que el esquema se proponía, sino que lo defendió contra una serie de ataques. El aire, evidentemente, estaba ya precedentemente cargado. "Sabemos que circula por ahí ya otros esquemas de recambio sobre este mismo tema", recordó el cardenal. "Se dice que este esquema no es pastoral, pero lo es, porque el primer deber del Pastor es cuidar de la doctrina. Se dice que su lenguaje no es moderno. En efecto, no lo es; es el tradicional de la Iglesia como corresponde a un Concilio cuyos decretos han de ser permanentes. Por otro lado, recuérdese que el esquema ha sido preparado por muchos e insignes prelados."

A continuación, y a causa de la débil vista del cardenal, monseñor Garófalo prosiguió la lectura del texto preparado por monseñor Ottaviani, volviendo sobre las mismas ideas: "La doctrina es el principal objetivo del Concilio; un Concilio no puede dejar de condenar errores. Y respecto a nuestros hermanos separados es necesario que les propongamos bien clara nuestra doctrina, para no crear falsas ilusiones".

Tras esta presentación, comenzó la galería de opiniones: dos favorables; dos favorables con condiciones; diez radicalmente opuestas.

"En esta discusión -escribe el comunicado oficial- se han delineado hay tres posiciones: la primera, favorable al texto presentado; la segunda, contraria, y una tercera más o menos intermedia."

¿Qué argumentos, qué razones han esgrimido unas y otras tendencias?

Los defensores del esquema plantearon su defensa sobre las siguientes bases:

l.- El esquema es no sólo útil, sino necesario, Es incluso la base de todo este Concilio, ya que de sus Planteamientos teológicos se deducirán las posturas a tomar ante muchas reformas.

2.- Es absolutamente necesario, ya que siguen en pie las consecuencias del modernismo, y es necesario salir al paso de muchas confusiones.

3.- Muchos sacerdotes están dudosos y perplejos ante las nuevas doctrinas y los nuevos modos de interpretar la Sagrada Escritura. Démosles una doctrina segura y definitiva.

4.- En el estudio de la Sagrada Escritura se están usando métodos racionalistas, poniendo la ciencia por encima de la teología. Y deben prevalecer los criterios teológicos sobre los científicos.

5.- El esquema ha sido preparado por una comisión de insignes teólogos y presentado al Concilio por el Papa. ¿Cómo podría el Concilio rechazarlo? ¿Con qué autoridad lo hacía?

6.- Si este esquema fuera rechazado por una tendencía, otros Padres podrían rechazar el esquema que lo sustituyera. Y entonces, ¿cómo se salvaría la brevedad que piden tantos Padres?

La tendencia intermedia venía a opinar así:

1) El esquema tiene, evidentemente, defectos. Pero es salvable en su conjunto. Retóquese, pero no se rechace.

2) Es el Papa quien lo ha propuesto. Rechazarlo de plano sería una especie de ofensa al Santo Padre.

3) Revísese, por tanto, por capítulos. Corríjase lo que haya de corregirse.

4) Cuídese especialmente de no ofender a los hermanos separados y de no definir como dogmáticas lo que son simples opiniones teológicas. Cuídese también de no equiparar la Tradición a la Biblia y de no inspirarse en una sola corriente.

Y he aquí los argumentos esgrimidos contra el esquema por la oposición:

"Estos ataques no van contra la comisión que lo ha preparado. Nos consta que han trabajado mucho y esto hace tanto más doloroso el que no podamos estar de acuerdo con el esquema presentado, por las siguientes razones:

1.- Estamos en desacuerdo con su mismo enfoque. Al hombre contemporáneo lo que le interesa es que se le proponga el hecho de la Revelación; y el esquema se limita a plantear de un modo escolástico los modos en que la Revelación se hizo.

2.- La doctrina expuesta en el esquema no es la tradicional de la Iglesia. Se habla de "dos fuentes de la Revelación". Esta locución no aparece nunca ni en los Padres, ni en Trento. Es un modo de hablar de algunos teólogos, en reacción contra el historicismo, pero encierra un concepto inexacto de la Tradición al mostrarla como independiente de la Escritura y al valorarla incluso más que a la Biblia.

3.- Tampoco está en la línea de la encíclica "Divino Afflante Spiritu" de Pío XII, en la que se daban normas para el trabajo de los estudiosos bíblicos en una dirección muy distinta a la usada en el esquema.

4.- El lenguaje no es moderno, es escolástico y profesoral. Pero no sólo es un problema de lenguaje, sino sobre todo, de "tono", El tono de este esquema es negativo y restrictivo. Hay que predicar, pero ¿cómo? ¿con una predicación que atraiga o que repela? El esquema no es la voz del Buen Pastor, ni de la Madre y Maestra.

5.- El esquema no está de acuerdo con las directrices y fines del Concilio, que el papa señaló en su discurso de apertura. Allí dijo que éste sería un Concilio "a), predominantemente pastoral; b), que no se limitaría a repetir lo de otros Concilios, sino que daría una nueva forma moderna a todas nuestras ideas; c), preocupado por los hermanos separados; d), que usaría el camino de la misericordia en lugar del de la condenación". Y este esquema:

a) No es pastoral, no se acerca ni a las preocupaciones, ni al lenguaje del hombre contemporáneo.

b) Se limita a repetir lo que se encuentra en cualquier manual, con un lenguaje arcaico.

c) Sería un golpe durísimo para los hermanos separados, porque se infravalora la Escritura y parecen supravalorarse la Tradición y el Magisterio.

d) Está lleno de condenas y no sólo de los alejados, sino también de muchos católicos que trabajan actualmente en obediencia dentro de la Iglesia.

6.- El esquema, en lugar de recoger lo común en que coinciden todos los teólogos católicos, trata de imponer las ideas de una corriente. Se definen muchas cosas que aún están en estudio e inmaduras para una definición. Con ello se frena el desarrollo del dogma. Y pone todo al mismo nivel, dogma y opiniones muy discutibles.

7.- Sería un rudo golpe para todos los estudiosos de la Sagrada Escritura y para todos los trabajos de investigación de los últimos treinta años. El esquema daría la razon a quienes se han limitado a conservar las cosas como estaban, en lugar de intentar componerlas con los modernos descubrimientos de la ciencia, cuya justa libertad no salva. La doctrina de la inspiración expuesta en el esquema no resistiría un serio análisis científico. Aceptar el esquema sería romper con toda la ciencia contemporánea que, en realidad, en lugar de dañar a la Biblia, la aclara.

8.- El esquema, por otro lado, es larguísimo. De seguir así, este no sería el Vaticano II, sino el Tridentino II.

9.- Rechazar el esquema no va contra la mentalidad del Papa. Históricamente nos consta que en el Vaticano I se rechazaron las dos primeras redacciones de los esquemas estudiados. Por otro lado, el Papa, presentando los esquemas, no los aprueba, se limita a darles paso para la discusión. En nuestras papeletas de voto se nos da la posibilidad de decir: "placet" ("nos gusta como está"), "placet iuxta modum" ("nos gusta con modificaciones") y "non placet" ("no nos gusta en absoluto"). Luego, el propio reglamento acepta la posibilidad de rechazar un esquema entero.

10.- ¿Para qué discutirlo por capítulos, si discrepamos de la orientación y el enfoque del esquema? Que una nueva comisión haga otro esquema, enfocado según el discurso de apertura, y así no perderemos tiempo discutiendo éste".

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