Un periodista en el Concilio


6 de noviembre de 1962


EL CONCILIO TOMA RITMO

Estaba en el aire la necesidad de acelerar los debates. Pero, ¿qué medio convenía usar para lograrlo? Hoy nos ha maravillado la decisión tomada por el Papa: no podía ser más inteligente, ni podía dejar trasparentar mayor respeto a la asamblea. El Papa podía haber dictado personalmente normas para acelerar. Podía haber delegado a la presidencia el poder de cortar las discusiones. Pero ha usado un camino infinitamente más "democrático": ha dado permiso a la presidencia para, cuando estime que un tema ya está suficientemente visto, consultar a la sala si se debe pasar al siguiente Con lo que la asamblea toma ritmo, pero es la misma sala quien se lo marca en cada momento. Estupenda decisión que ha agradado a todos.

Inmediatamente después de hacerse conocer a la asamblea la decisión del Papa, se puso a votación si se pasaba al tema de los sacramentos, pidiendo que se levantaran todos los que pensasen que los temas anteriores ya estaban suficientemente vistos. No hace falta decir que prácticamente todos se pusieron de pie.


ESCANDALILLO

Cardenal Ottaviani Hoy aparece en casi toda la Prensa italiana un titular escandalosillo. Según estos periódicos, el cardenal Ottaviani no ha vuelto al Aula Conciliar molesto por el corte a su intervención el pasado día 30. Los cosas fueron así. Se discutía aquel día el tema de la concelebración y, en su intervención, el cardenal Alfrink, que presidía hoy, defendió la conveniencia de reinstaurar esta ceremonia. Mediada la sesión tomó la palabra el cardenal Ottaviani para adoptar la postura contraria a la del cardenal Alfrink. Lo cierto es que el cardenal del Santo Oficio prolongó muchísimo su intervención. Pasaron los diez, los doce, los trece minutos. ¿Cortaría el cardenal holandés a su compañero de púrpura? Algún obispo me ha contado que se creó en la sala un pequeño "suspense". La cosa era tanto más delicada cuanto que Alfrink había tomado la postura opuesta a la que el cardenal Ottaviani estaba defendiendo. Y quizá por esto el presidente estaba permitiendo que su compañero de púrpura sobrepasase con mucho el límite establecido de los diez minutos. Pero según pasaban éstos eran más los ojos de los obispos que se clavaban en la presidencia, esperando qué decisión tomaría el presidente, pasaron los quince minutos, los dieciséis. Eran ya diecisiete los minutos que duraba la intervención cuando el cardenal Alfrink se decidió a interrumpir al cardenal del Santo Oficio: "Lo siento, eminentísimo Hermano -dijo-, pero el tiempo ha pasado ya con mucho". Y, en este momento, en uno de esos movimientos colectivos difíciles de explicar, buena parte de la asamblea aplaudió la decisión del presidente, que hacía cumplir el reglamento incluso a una personalidad de la categoría del cardenal Ottaviani.

Hablé aquel mismo día con varios obispos y, la verdad es que nadie le había dado mayor importacia al "incidente". Hoy la Prensa lo convierte en algo terrible diciendo que el cardenal Ottaviani, irritado por esto no ha vuelto al Aula Conciliar.

El hecho desde luego es cierto, pero la causa me parece absurda. Tanto más cuanto que el próximo esquema a estudiar es el de "Las fuentes de la revelación", que debe presentar el cardenal Ottaviani. Es perfectarmente explicable que esté preparando su intervención para ese día. Pero la Prensa italiana si no le echa pimienta a las cosas no queda a gusto.


¿UNA MISA ECUMENICA?

Siguen resultando interesantísimas las conferencias de Prensa: casi todos los días habla en alguno de los centros nacionales algún obispo para exponer sus sugerencias o las cosas que la experiencia le ha enseñado en su país. Es un desfile de tipos apasionante.

Un obispo indio, monseñor De Souza, venía a descubrirnos lo difícil que es imponer las mismas formas, las mismas ideas para todos los pueblos. Nos decía, por ejemplo, que la comunión bajo las dos especies crearía problemas gravísimos en la India, ya que la Iglesia podría ser denunciada por distribuir vino gratuitamente. En cambio el rito matrimonial, tal y como hoy se hace, resulta ininteligible para los indios. Los anillos que se ponen a los esposos no significan allí nada. ¿Por qué en su lugar no usar la costumbre india de hacer un nudo entre el vestido del esposo y el de la esposa? ¿Y por qué en lugar de arras no podía ofrecer el esposo el tradicional plato de maíz?

Un obispo filipino, monseñor Duschak, exponía una audaz teoría sobre la misa. Segun él, no hay nada que hacer con la misa tal y como hoy se hace; es una acumulación de ritos latinos que, por mucho que se reformen, nunca tendrán un verdadero valor universal ¿Per qué no hacer un tipo de misa totalmente nuevo es decir, íntegramente tradicional, en el que simplemente se repitiera lo que Jesús hizo en la última Cena, tal y como Jesús lo hizo? Esta sería una "Misa ecuménica" que serviría de lazo de unión de todos los ritos en la fidelidad literal del Evangelio.

Monseñor Kemerer, obispo de Posadas, planteaba el problema de tantos pueblecitos americanos a los que el sacerdote no llega más que una vez por mes o por trimestre. ¿No podrán tener un culto verdaderamente litúrgico, ya que no tienen misa? El, en su diócesis, viene ya practicando hace tiempo una experiencia y con magníficos resultados. Se encontraba con el problema de que, en muchos de estos pueblos perdidos, las almas buenas se iban al culto protestante por la simple razón de que necesitaban hacer algún acto de servicio a Dios y no tenían culto alguno católico porque raras veces veían al misionero. El obispo, entonces, preparó un pequeño grupo de catequistas en cada pueblo que hacían un culto inspirado en la misa, en el que se incluían lecturas bíblicas y un sermón que cada semana mandaba escrito el prelado. Pero a todo esto le faltaba algo muy importante, que es lo que monseñor Kemerer quiere pedir al Concilio: La posibilidad de que estos seglares pudieran distribuir la comunión. El sacerdote podría consagrar formas para varias semanas y uno de estos seglares, ordenado de diácono, podría distribuir la comunión como hacían los diáconos en la antigüedad.


LA INFORMACION EN EL BANQUILLO

Hoy se ha reunido el Consejo de Presidencia para estudiar el problema de la información sobre el Concilio, pero no para estudiar los fallos de los periódicos al informar -hay que reconocer que, por el momento (salvo pequeños fallos) como conjunto la información está siendo correcta-, sino para revisar las quejas que de todas partes se levantan contra los comunicados oficiales de la Oficina de Prensa, que, en verdad, están dejando bastante que desear. Esperemos que de esta reunión salga una mayor apertura que nos permita recibir la verdad de la fuente sin tener que lanzarnos a buscarla en riachuelos.

En cambio -digamos toda la verdad- hay que reconocer que las conferencias de Prensa organizadas por la Oficina han sido espléndidamente periodísticas. Me gustaría al fin de la sesión poder elogiar igualmente los comunicados.

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