Un periodista en el Concilio


5 de noviembre de 1962


CANSANCIO

La sesión de hoy no ha aportado grandes novedades especiales. Continúan repitiéndose las mismas ideas sobre la misa, sobre la comunión con dos especies, sobre la concelebración. ¿No habrá modo de abreviar estos debates? Sobre el Concilio se difunde una sensación de cansancio que sería peligrosa si se prolonga mucho.


IMPRESIONES DE LOS OBSERVADORES

Le Monde de ayer ha publicado una interesante crónica sobre las impresiones de los observadores en el Concilio. Recogeré aquí algunos párrafos especialmente interesantes:

A los observadores no solo se les ha permitido asistir a las congregaciones generales, sino que se les ha distribuído el mismo material documental que a los obispos. Este gesto de confianza les ha impresionado notablemente. Ellos han recibido, pues, el volumen que contiene los siete primeros esquemas. El reglamento les pide solamente que no los divulguen y que guarden silencio sobre los trabajos de las sesiones. La verdad obliga a decir que los observadores guardan este secreto mucho mejor que los mismos Obispos.

Hablando de las esquemas en estudio y la opinión de los observadores sobre ellos, dice el mismo artículo que si el esquema de liturgia les ha parecido muy satisfactorio, protestantes y ortodoxos están de acuerdo en reprobar el esquema sobre la unidad preparado por la comisión de las Iglesias orientales sin colaboración con el equipo del cardenal Bea, y lo mismo piensan sobre el esquema de "las fuentes de la revelación" elaborado por la comisión teológica. "Este último documento -nos ha dicho uno de los observadores, prosigue "Le Monde"- parece ignorar completamente los trabajos bíblicos católicos de los ultimos treinta años. Es un poco desesperante. Pero esperemos que el Concilio sentirá el deber de reelaborar esos textos." Al parecer -concluye Le Monde- esta desaprobación es compartida por los obispos competentes sobre estos problemas."

El mismo articulista dice también: El representante de una Iglesia del Próximo Oriente nos ha declarado cuán felizmente le había sorprendido el ver la libertad con que los obispos se expresaban en los debates. Jamás hubiera podido imaginarme que en la Iglesia romana un cardenal pudiera tomar en público un partido contrario al defendido por otro cardenal.

Esta misma impresión de sorpresa feliz la ha recogido el otro día el corresponsal de Le Figaro cuando cuenta que uno de los observadores le decía: He aquí un verdadero Concilio. No importa que los debates sean largos. Los objetivos a conseguir son primordiales. El solo hecho de esta libertad conseguida -prosigue el corresponsal- es ya un logro del Concilio. Los Padres no se sienten en modo alguno coaccionados por la presencia de los observadores no católicos. Exponen su punto de vista con toda simplicidad.

Otro autorizado reflejo de estas impresiones podemos verlo en las declaraciones que ha hecho a La Croix monseñor Martin, arzobispo de Rouen y miembro del secretariado para la Unidad, que resume el pensamiento de los observadores en los siguientes puntos:

1) Les ha impresionado la universalidad de las Iglesias presentes en Roma.
2) Igualmente el orden de las ceremonias.
3) Lo mismo la libertad de palabra y la diversidad de las opiniones. Esta diversidad, e incluso la divergencia de opiniones entre obispos y cardenales, tiene para ellos un valor apologético; para muchos ha sido un verdadero descubrimiento el ver que dentro de la Iglesia católica no todos son a la fuerza del mismo parecer.
4) Igualmente les ha llamado la atención el constante mejoramiento de la calidad litúrgica de la misa que precede a las Congregaciones, y la solemnidad de la entronización del Evangelio.
5) Han registrado con gran interés la larga discusión concerniente al uso de las lenguas vulgares en la liturgia.

En resumen -concluye monseñor Martín-, satisfechísimos del trato que se les ha dado; los observadores ni molestan ni están molestos.

He sentido una gran alegría al leer todo esto porque noto que muchos católicos están poco menos que asustados de esta libertad de los Padres Conciliares. Ellos preferirían que todo fuese suavecito, que en el Concilio hubiese más genuflexiones que discusiones. Hay aún muchos entre nosotros que confunden unidad con uniformidad, que temen a la libertad como el mayor de los peligros.

Y he aquí que precisamente es la libertad lo que resulta apologético, que es el libre amor a la opinión de cada uno lo que impresiona. Creo que la presencia de los observadores nos hará a todos mucho bien, haciéndonos ver "la otra cara de los problemas".


UN PECADO HISTORICO IMPERDONABLE

Otra opinión que me parece de un gran interés recoger es la del profesor Hamilkar Alivisatos en la revista griega To Vina. Alivisatos es profesor de Telogía en Atenas y director del comité de la Iglesia Ortodoxa griega para su relaciones con las otras Iglesias. Su artículo es durisimo y en él afirma que el haber rechazado las Iglesias ortodoxas, y concretamente la griega, el envío de observadores al Concilio Vaticano, constituye un pecado histórico imperdonable. La consecuencia es la ironía de todo el pueblo cristiano. Y la falta es tanto más grave cuanto que se produce en un momento en que se ofrecía una ocasión única para hacer contemplar al mundo su prestigiosa e indiscutible majestad. En lugar de hacerlo, la ortodoxia no ha dado prueba más que de vacilación e irresolución. Ahora -señala a continuación- nos hemos quedado solos, deleitándonos en nuestra ortodoxia y en nuestra ecumenicidad y tenemos que conocer por los periódicos lo que sucede mientras que otras Iglesias ocupan el lugar que nos correspondía. Y así los demás cristianos marchan valerosamente hacia adelante, dejando atrás a quienes se arrastran sin energía.

­Si aún se repensasen las cosas y vinieran, al menos, a la segunda sesión!

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