Un periodista en el Concilio


4 de noviembre de 1962


UN DISCURSO "SIN IMPORTANCIA"

La ceremonia de San Pedro ha sido bonita precisamente por su sencillez. Y el papa ha tenido uno de "sus" discursos. ¡Qué distinto del de apertura, pero qué parecido! Era otro tono; ya no el discurso medido, programático, sino la charla llena de divagaciones y "jugo".

Si uno lo lee de prisa puede pensar que se trata de un discurso de circunstancias sin nada de particular. Pero en una lectura atenta se descubren muchas curiosísimas rendijas con alusiones a los problemas que el Concilio está viviendo.

Quizá lo más llamativo es el haber usado una pícara mezcla de latín e italiano. Comenzó en latín para saludar en esta lengua a todos los obispos del mundo y para dar al latín el puesto de honor que lo corresponde. Pero luego, de pronto, viraje: dice que por tratarse de una ceremonia litúrgica con asistencia de numeroso público y para ser comprendido por la mayor parte del pueblo aquí reunido va a hablar en italiano. ¿Quién no descubre el interés de estas alusiones en el momento en que se discute la lengua de la liturgia y tanto más cuando todos los años el discurso de aniversario ha sido leído en latín?

No menos significativas son las alusiones a San Carlos Borromeo, elogiado porque supo llevar hasta el final el Concilio Tridentino, de cuya conclusión se empezaba ya a dudar seriamente en aquellos tiempos, tarea para la que necesitó garbo, sabiduría y firmeza. Con todo esto -afirmaba el Papa- nos daba San Carlos no solo ejemplo, sino también un gran estímulo. ¿Cómo no deducir de todo esto un suave aliento para quienes comienzan a sentirse pesimistas por la lentitud de los debates?

Igualmente clarificador aquel otro párrafo en el que dice: Es bien natural que el cambio de los tiempos sugiera distintas formas de transmisión exterior y de revestimiento de una misma doctrina. Pero la sustancia viva es siempre pureza de verdad evangélica y apostólica en conformidad a la enseñanza de la Santa Iglesia que con frecuencia nos permite con ventaja la aplicación del "ars una, species mille" (que podríamos traducir por nuestro castellano "una verdad y mil rostros") Particularmente -prosigue el Papa- cuando se trata del bien de las almas, de las expresiones prácticas, es decir, de aquella solicitud de que habla el capítulo X de San Juan: "El buen pastor llama por su nombre a cada una de sus ovejas" ¿Cómo no ver en esto una clara luz sobre todo cuanto se está discutiendo, y en especial, al problema de la adaptación litúrgica a las diversas culturas?

Esto dio de sí esta jornada, con la que Juan XXIII entra en su quinto año de pontificado. Quiera el cielo darle vida para que con su garbo, sabiduría y firmeza conduzca hasta el final este Concilio que tan decisivo va a ser en la vida de la Iglesia.

barra
página en construcción barra


webmaster:hsotto@ctcreuna.cl