Un periodista en el Concilio


2 de noviembre de 1962


EL CONCILIO EMPEZO EN 1904

He sentido un latigazo de emoción al encontrar, casualmente, el recordatorio de la primera misa de un joven sacerdote que en 1904 se llamaba Angel José Roncalli y hoy es conocido por Juan XXIII. Me ha impresionado el ingenuo modelo de la estampa, muy del gusto de 1904, pero sin las dulzarronerias en que tantos caían por aquel tiempo.

Pero me han golpeado sobre todo tres palabras del texto en el reverso. Angel José Roncalli prometía en aquellas líneas pedir en tan solemne día gracias celestes para sus amigos y tres dones para la Iglesia de Cristo, tres dones que llevan ya todo el espíritu de este Concilio que ahora celebramos: la libertad, la unidad y la paz. Y un cuarto aún: el fuego de la caridad del que se habla en la cita litúrgica al pie del recordatorio. Libertad, unidad, paz, caridad. Cuatro palabras y todo un sentido de la vida; cuatro nombres y todo un programa para la vida de la Iglesia.

Por eso digo que el Concilio empezó en 1904, cuando las manos sacerdotales, jóvenes y sin arrugas, de nuestro hoy anciano Pontífice comenzaron a pedir a Dios estos dones que Dios está comenzando a conceder a nuestra Iglesia. Sí, un Concilio largamente preparado va a ser éste. Dios puso hace sesenta años la semilla en un corazón que supo cultivarla.


UN OBISPO EN "VESPA"

Monseñor Pedro Hirata, obispo de Cita, en Japón, es un hombre de grandes espaldas cuadradas y tipo atlético. Ha pensado que su transporte en "taxi" sería una ruina y, como no tenía dinero para alquilar un coche, ha elegido un procedimiento cómodo y barato: la "Vespa". Anteayer, dirigiéndose a la sesión conciliar, con los capisayos morados ocultos bajo la dulleta negra, tuvo que detenerse ante un semáforo, y un grupo de peatones vio sobresalir los calcetines morados bajo la sotana. "¡Bravo, bravo!", le gritaron. Monseñor les hizo una profunda inclinación de cabeza y partió hacia San Pedro.


SAN JOSE NO SIRVE

Monseñor Busimba, obispo de Coma, en el Congo, está preocupado porque le faltan tres profesores para su Seminario. "Ya no sé a quién dirigirme -nos ha dicho a un grupo de periodistas-. Yo lo he puesto todo en manos del Señor y de la Virgen, y les he dicho que, si no encuentran profesores, las clases tendrán que darlas ellos. San José no puede, porque es demasiado viejo."


PROHIBIDO APLAUDIR

Conversación en la plaza de San Pedro. Un obispo pregunta por qué han prohibido aplaudir en las sesiones conciliares. Y Monseñor Morgante, obispo de Ascoli Piceno, responde sin vacilar: "Anda pues porque si permiten aplaudir a los que estén de acuerdo, tendrían que dejar silbar a los que estuvieran en desacuerdo. Y no sería muy edificante".

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