Un periodista en el Concilio


20 de octubre de 1962


UN CONCILIO DE AMOR

Cada día está más claro: éste no será un Concilio de ataque. Tampoco será un Concilio de defensa. Será un Concilio de amor. Hace unos días, por boca del Papa, hoy a través de la única voz de los 2500 obispos reunidos, la Iglesia ha dicho al mundo que está dispuesta a amar a Dios y al hombre sobre todas las cosas.

Esta mañana el Concilio ha vivido otra de sus horas solemnes. El Papa, en su discurso de apertura había lanzado su mensaje al mundo. Ahora era bueno que los Padres conciliares se hicieran eco de aquel mensaje y hablaran a todas las naciones, ¿Y cómo no darse cuenta de la trascendencia de cada una de las palabras de un gesto tan solemne?

Los periodistas hemos vivido un momento de pequeña decepción comparando el mensaje con su anteproyecto. Había perdido no poco del vigor de lenguaje, el latín había "acolchado" sus ideas. ¿Sería entendido por hombres acostumbrados a que se le hable por medio de palabras como puños en medio del rostro?

Pero luego nos hemos serenado. Levantando la ceniza del latín y de unas formas clásicamente clericales, estaba la llama viva de las verdades y del amor que nunca ocultará ninguna forma. Era tarea nuestra traducirlo, vocearlo, decirlo vivamente. Porque en el mensaje había jugo para llenar de entusiasmo a varias generaciones. Ahí teníamos la nueva respuesta hace tiempo esperada.

Hace pocos días, el Papa nos decía que no juzgásemos a la Iglesia por anécdotas, por detalles parciales; que aprovechásemos la ocasión del Concilio para entender qué es eso de ser cristianos. Entonces no sospechábamos que tendríamos tan pronto la respuesta, y no una, sino doce definiciones del cristianismo.


LAS DOCE DEFINICIONES

Ahora ya lo sabemos, nos lo han explicado con un chorro acorde de voz los 2.500 Padres conciliares:

Ser cristianos es:

"Buscar la manera de renovarnos a nosotros mismos, para manifestarnos cada vez más conformes al Evangelio de Cristo."

Saber que "esta unión con Cristo está tan lejos de apartarnos de las obligaciones y trabajos temporales que, por el contrario, la fe, la esperanza y la caridad de Cristo nos impulsan a servir a nuestros hermanos".

Saber que "la Iglesia no fue instituida para dominar, sino para servir".

-"Llevar en el corazón todos los dolores del Cuerpo y todas las angustias del alma de todos los hombres y de todos los pueblos, todos sus deseos, todas sus esperanzas."

"Dirigir, ante todo, nuestra preocupación hacia los más humildes, hacia los más pobres, hacia los más débiles."

Sentir en el alma "la misericordia hacia todos los que padecen hambre, miseria o ignorancia".

Sufrir por cuantos "aún no han conseguido un modo digno y humano de vivir".

Hacer nuestro "cuanto toca a la dignidad del hombre".

Amar la paz mucho más de cuanto puedan amarla quienes no son hijos de la Iglesia, ya que la paz "es deseada ante todo por la Iglesia, puesto que es madre de todos".

Confesar que "todos somos hermanos, sea cualquiera que sea la raza o la nación".

"Denunciar las injusticias y las indignas desigualdades" y luchar para "restaurar el verdadero orden de las cosas y los bienes de tal forma que la vida del hombre llegue a ser más humana".

Trabajar por todo esto sin exclusivismos como si sólo fuese tarea nuestra. Y comenzar a practicar el amor y el respeto a todos, llamando "humilde y ardientemente a todos para que trabajen juntamente con nosotros en la construcción de este mundo fraterno".

Doce definiciones, en ellas todo el nuevo espíritu de la nueva Iglesia. Juan XXIII dijo un día que en este Concilio "la Iglesia se iba a mirar en el Evangelio". Fue profeta al decirlo: la Iglesia ha comenzado a hacerlo. Cristo tiene que estar feliz esta mañana al ver que de sus palabras no hemos cogido sólo los aspectos bonitos, que la Iglesia ha comenzado a coger el Evangelio "por donde quema" y nos ha dado del cristianismo esas doce definiciones que no tienen nada de bonitas, ni de tranquilizadoras, ni de autocomplacientes. Doce definiciones que cambiarán el rostro de nuestro cristianismo sólo con que empecemos a tomarlas en serio.

Pero, ¿sabrá entenderlas el mundo? ¿No les echaremos "azúcar" los que ya nos creemos cristianos?


UN SITIO PARA ELLA

Los grandes sucesos van siempre rodeados de pequeños detalles, no menos importantes por pequeños. La votación del mensaje se vio rodeada de dos de signo contrario. Apuntémoslos.

En la sesión de hoy se dio a los Padres el texto del mensaje, editado por la Poliglota Vaticana. y se les invitó a meditarlo durante media hora de silencio, al fin de la cual se podrían proponer y discutir las modificaciones convenientes.

Dos modificaciones tuvieron un mayor interés entre las propuestas. Monseñor Fiordelli, obispo de Prato -famoso por el proceso a que fue sometido por excomulgar al matrimonio Bellandi-, señaló que en el mensaje faltaba una alusión a la Iglesia del Silencio. Se levantaron entonces dos obispos del otro lado del "telón de acero" para pedir que no se introdujera ninguna alusión, que podría causar mayor daño que bien. El hecho tenía importancia, porque era la primera intervención de los obispos del silencio. La mesa de presidencia, oídas estas opiniones, juzgó que el mensaje no trataba de recoger todos los problemas de la Iglesia contemporánea y que mejor sería no introducir esa modificación.

Prosperó, en cambio, la otra propuesta: la del obispo que señaló la conveniencia de poner una alusión a la Virgen María en un Concilio abierto bajo su patronazgo. Un aplauso aceptó esta idea, con lo que el Vaticano Il ponía un nuevo ramo de flores a los pies de María.

Sometido así a votación, el mensaje fue aprobado por una casi unanimidad. Sólo unos cincuenta obispos -los lituanos exiliados entre ellos- permanecieron sentados.

La segunda gran noticia del día son los nombres de los elegidos en las comisiones. Pero quiero reflexionar un poco sobre estas listas. Mañana, domingo volveré sobre ello en este diario.

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